LALO
Lalo se acomoda el pelo con un gesto rápido y se endereza en su banco.
Por el pasillo del aula de quinto grado camina Bianca con la mochila colgando.
Hamaca los rulos rojos con cada paso,… y esos ojos celestes.
De pasadita nomás Bianca le saca a Agustina la regla que tiene en la mano y le pega un golpecito en la cabeza antes de devolvérsela.
Agustina se queja de mentira y la empuja con cariño.
Bianca hace como que tropieza, y se agarra del hombro de Lalo para no caerse y sigue hasta su banco allá atrás.
Y Lalo se enamora.
De Bianca, se enamora.
A Lalo lo llama Paula para pedirle una hoja.
Una hoja blanca como la piel blanca de Paula que se acerca con las trenzas bailandole la risa.
Le dice “Lalito” y le guiña un ojo. Lo mira bien poco y más no hace falta.
Y Lalo se enamora.
De Paula, se enamora.
La maestra escribe en la pizarra y pregunta.
Lalo no sabe la respuesta pero Juliana sí.
Y el aula se llena de la voz de Juliana con tonada cordobesa que es como el viento moviendo los árboles y el agua del río.
Y la voz de Juliana le acaricia el oído.
Y Lalo se enamora.
De Juliana, se enamora.
Lalo mira por la ventana como el gato del vecino se asoma despacito hociqueando el aire.
Gato negro y blanco de cola elegante y andar pausado.
Lindo gato, piensa Lalo.
Si yo fuera gata, me casaría con él.
Lalo no tiene cura, pero no importa.
Tampoco está enfermo, sólo se enamora, siempre se enamora.
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